Células verdes

Cuestionar la ciencia no es negacionismo, es un deber moral

Cuestionar la ciencia es nuestro deber, no algo que deba despreciarse. La historia está llena de ejemplos donde aquello que se presentaba como “verdad científica” terminó siendo un error trágico, y sólo gracias a quienes se atrevieron a dudar y a investigar se lograron avances que salvaron millones de vidas.

 - Ya no usamos amianto porque un negacionista valiente cuestionó “la ciencia”.

- Los médicos ya no recomiendan cigarrillos porque negacionistas valientes pusieron en duda las recomendaciones oficiales.

- Ya no se rocía DDT sobre poblaciones porque hubo negacionistas que se opusieron a esa práctica.

- Las mujeres embarazadas ya no toman talidomida porque negacionistas cuestionaron lo que en su momento era considerado seguro.

- El mercurio ya no se usa como cura milagrosa: hoy sabemos que es una toxina porque la evidencia se impuso sobre la costumbre, gracias a los negacionistas.

- Millones de vidas se salvaron con algo tan sencillo como lavarse las manos antes de una cirugía, gracias a un médico negacionista —Ignaz Semmelweis— que fue ridiculizado y aislado por cuestionar la práctica establecida.

- Durante siglos se practicaron sangrías y purgas, que debilitaban y mataban pacientes. Los negacionistas que las cuestionaban eran ignorados.

-Hasta 1950 se realizaron miles de lobotomías, incluso premiadas con un Nobel, hasta que los negacionistas probaron el horror que provocaban.

- A inicios del siglo XX se vendían tónicos, cremas y hasta pasta de dientes con radio, presentados como “saludables”, hasta que las Radium Girls murieron en masa.

- Los rayos X se usaban sin protección, incluso en zapaterías, hasta que médicos negacionistas demostraron su efecto cancerígeno.

- Se recetaban cosméticos y medicinas con plomo, arsénico o estricnina, presentados como seguros, hasta que los negacionistas forzaron su retirada.

- La eugenesia y la esterilización forzosa se impusieron en países como EE.UU. y Suecia bajo el amparo de la “ciencia moderna”, aunque los negacionistas se oponían.

- Las úlceras gástricas se atribuían al estrés y la personalidad, hasta que los negacionistas Marshall y Warren probaron que eran causadas por Helicobacter pylori, enfrentando años de ridículo hasta recibir el Nobel.

- Los enfermos mentales fueron encerrados en asilos, sometidos a camisas de fuerza y aislamiento, en nombre de la “medicina científica”, mientras negacionistas reformadores humanistas eran considerados insensatos.

 Cada uno de estos casos fue aceptado, defendido y promovido por la ciencia oficial de su tiempo. Y en todos, quienes levantaron la voz fueron tachados de herejes, charlatanes, ignorantes, irresponsables. En términos de hoy, se los habría llamado “negacionistas” o “difusores de bulos”.

 

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