El fraude científico crece más rápido que la ciencia legítima

Entre 2000 y 2024, se han identificado más de 32.786 artículos sospechosos de proceder de paper mills —empresas dedicadas a fabricar investigaciones falsas— publicados en revistas científicas. Esta alarmante cifra es el centro de un estudio publicado el 4 de agosto de 2025 en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), titulado “The entities enabling scientific fraud at scale are large, resilient, and growing rapidly” [“Las entidades que permiten el fraude científico a gran escala son grandes, resilientes y crecen rápidamente”]. Los investigadores analizaron cómo redes de autores, editores y mediadores logran infiltrar investigaciones fraudulentas en la literatura científica a un ritmo que ya supera al de la ciencia legítima.
El equipo de investigación combinó múltiples enfoques para obtener una visión global. Analizaron bases de datos de retractaciones (47.387 casos), comentarios en PubPeer (más de 105.000 artículos comentados), y registros de indexación y desindexación de revistas en Web of Science, Scopus y MEDLINE. También estudiaron las prácticas editoriales en revistas que publican los nombres de sus editores, como PLOS ONE e Hindawi, y revisaron los patrones de publicación en congresos de IEEE, donde en algunos años más del 10% de los artículos fueron posteriormente retractados. Finalmente, identificaron redes de artículos conectados por duplicación de imágenes y analizaron el caso de ARDA, una organización que garantizaba publicaciones en más de 180 revistas, adaptando su “cartera” cada vez que alguna era desindexada.
Los hallazgos son contundentes. En PLOS ONE, un grupo que representaba apenas el 0,25% de los editores estuvo implicado en la aceptación de 30,2% de los artículos retractados. Algo similar se observó en revistas de Hindawi, donde decenas de editores mostraron tasas anómalas de aceptación de artículos fraudulentos. Además, la investigación reveló una red de 2.213 artículos conectados por más de 4.000 duplicaciones de imágenes, de los cuales solo 34,1% había sido retractado. Grandes editoriales como Springer-Nature (16,2%), Spandidos (15,1%), Wiley (11,2%) y Elsevier (9,7%) concentraban buena parte de estas publicaciones.
Otro hallazgo crítico es la persistencia de los artículos fraudulentos. De casi 30.000 artículos sospechosos identificados en bases como OpenAlex, solo el 28,7% había sido retractado. Las revistas rara vez asumían responsabilidad directa, dejando que fueran universidades o investigadores quienes señalaran los problemas. Como resultado, numerosos trabajos falsos continuaron siendo citados y utilizados como base para nuevas investigaciones, amplificando el impacto del fraude.
El estudio concluye que las paper mills actúan como verdaderas industrias: producen artículos en serie, coordinan con intermediarios y logran infiltrar miles de publicaciones en revistas indexadas. Lo más preocupante es su ritmo de crecimiento: mientras la producción científica global se duplica cada 15 años, los artículos fraudulentos de paper mills lo hacen cada 1,5 años. Ante esta realidad, los autores proponen reformas profundas: sistemas de revisión más transparentes, mayor responsabilidad post-publicación por parte de las editoriales, y la creación de mecanismos independientes y sistemáticos de detección y sanción.
El mensaje central del estudio es claro: el fraude científico a gran escala no es solo obra de individuos deshonestos, sino de un sistema vulnerable que permite y facilita su proliferación. Las grandes editoras, al no contar con controles efectivos, han creado un entorno donde investigaciones falsas pueden permanecer durante años en la literatura científica. La advertencia es urgente: sin cambios estructurales, la credibilidad misma de la ciencia está en juego.
