No morir de cáncer de mama

«Tiene cáncer de mama.»
Estas son de las palabras que más teme oír una mujer. Y con razón. Por ejemplo, entre las mujeres estadounidenses es el tipo de cáncer más frecuente después del de piel. Cada año se diagnostican 230.000 casos de cáncer de mama y se producen 40.000 muertes como consecuencia del mismo. [1250]
El cáncer de mama no aparece de la noche a la mañana. El bulto que un día nota en la ducha empezó a formarse hace décadas. Para cuando los médicos detectan el tumor, es posible que haya estado presente durante cuarenta años o más. [1251] El cáncer ha crecido, madurado y adquirido cientos de mutaciones que le han permitido sobrevivir y crecer a mayor velocidad a medida que intenta esquivar al sistema inmunitario.
La temible realidad es que lo que los médicos llaman «detección precoz» es, en realidad, una detección tardía. Las técnicas de imagen modernas aún no permiten detectar el cáncer en sus primeras fases, por lo que puede extenderse mucho antes de que lo detectemos. Se considera que una mujer está «sana» hasta que presenta signos o síntomas de cáncer de mama. Pero ¿verdaderamente podemos decir que está sana si lleva dos décadas albergando un tumor maligno?
Es posible que las personas que hacen lo correcto y mejoran su alimentación con la esperanza de prevenir el cáncer también lo estén tratando. Estudios de autopsias han demostrado que hasta el 20 por ciento de las mujeres de entre veinte y cincuenta y cuatro años de edad que murieron por causas no relacionadas, como accidentes de tráfico, tenían lo que conocemos como cáncer de mama latente (u oculto). [1252] Hay veces en que no podemos hacer nada para prevenir el estadio inicial de cáncer, cuando esa primera célula normal muta y se vuelve cancerosa. Es posible que algunos cánceres de mama se iniciaran ya en el útero y estén relacionados con la dieta de la madre. [1253] Por eso, es necesario que todos elijamos una dieta y un estilo de vida que, además de prevenir el estadio inicial del cáncer, también dificulte el estadio de proliferación, durante el que crece hasta alcanzar un tamaño suficiente para suponer una amenaza.
La buena noticia es que, independientemente de lo que comieran nuestras madres o de cómo viviéramos de niños, si adoptamos una alimentación y un estilo de vida saludables es posible que podamos ralentizar el ritmo de crecimiento de cualquier cáncer latente. En otras palabras, podemos morir con tumores, en lugar de por tumores. Por eso, la prevención y el tratamiento del cáncer mediante la alimentación pueden acabar siendo lo mismo.
Una o dos células cancerosas no le hacen daño a nadie. Sin embargo, ¿y si se trata de mil millones de células cancerosas? Son las que puede llegar a haber en un tumor [1254] para cuando una mamografía lo detecta. [1255] Al igual que la mayoría de tumores, el cáncer de mama empieza con una sola célula, que se divide para convertirse en dos, cuatro, ocho… Cada vez que una célula de cáncer de mama se divide, el tumor dobla su tamaño. [1256]
Veamos cuántas veces ha de duplicar su tamaño un tumor diminuto para llegar a los mil millones de células. Vaya a buscar una calculadora. Multiplique uno por dos. Luego, el resultado por dos. Y siga así hasta que llegue a los mil millones. No se preocupe. No tardará mucho. Sólo tendrá que hacerlo 30 veces. Una única célula cancerosa sólo necesita duplicarse 30 veces para convertirse en mil millones.
Por lo tanto, la clave de cuán rápidamente le diagnosticarán un cáncer dependerá de cuánto tarden en duplicarse las células. ¿Cuánto tarda un tumor en duplicarse una vez? El cáncer de mama puede tardar desde tan poco como 25 días [1257] a tanto como 1.000 días o más. [1258] En otras palabras, un tumor puede tardar desde dos años a más de cien en empezar a dar problemas.
En qué punto de la escala temporal nos encontremos (entre los dos años y los cien) puede depender, en parte, de nuestra alimentación.
Durante la adolescencia, adopté una dieta nefasta. Uno de mis platos preferidos era la milanesa de ternera frita. No es broma. Es muy posible que, durante mi juventud, provocara la mutación de alguna de las células del colon o de la próstata. Sin embargo, durante los últimos veinticinco años me he alimentado de una forma mucho más saludable. Espero que, incluso si inicié un crecimiento canceroso, al menos podré ralentizar su desarrollo si no lo promuevo. No me importa demasiado que me diagnostiquen cáncer dentro de cien años. No creo que a esas alturas siga aquí para poder preocuparme al respecto.
La controversia actual acerca del coste y la efectividad de las mamografías [1259] pasa por alto una cuestión importante: por definición, la detección precoz del cáncer de mama no previene el cáncer de mama. Lo único que puede hacer es detectar el ya existente. A partir de estudios de autopsias, hasta el 39 por ciento de las mujeres de cuarenta años de edad ya tienen un cáncer de mama creciendo en su interior, pero tan pequeño que las mamografías no pueden detectarlo. [1260] Por eso no puede esperar a que se lo diagnostiquen para empezar a comer y a vivir de un modo más saludable. Debería empezar hoy mismo.
FACTORES DE RIESGO DEL CÁNCER DE MAMA
El Instituto Americano para la Investigación del Cáncer (AICR por sus siglas en inglés) es una de las mayores autoridades mundiales sobre dieta y cáncer. A partir de las mejores investigaciones disponibles, elaboró diez recomendaciones para prevenir el cáncer. [1261] Además de no mascar tabaco jamás, el mensaje clave sobre alimentación era: «Las dietas que se basan en alimentos integrales de origen vegetal (verduras, cereales integrales, fruta y legumbres) reducen el riesgo de desarrollar muchos tipos de cáncer, además de otras enfermedades». [1262]
Para demostrar lo drásticamente que las opciones de estilo de vida pueden afectar al riesgo de desarrollar un cáncer de mama, un equipo de investigadores siguió durante siete años a 30.000 mujeres posmenopáusicas sin historia de cáncer de mama. Cumplir con tan sólo tres de las diez recomendaciones del AICR (limitar el consumo de alcohol, seguir una dieta basada en alimentos de origen vegetal y mantener un peso corporal normal) se asoció a una reducción del riesgo de desarrollar cáncer de mama del 62 por ciento. [1263] Eso es. Tres sencillas conductas saludables redujeron el riesgo en más de la mitad.
Sorprendentemente, adoptar una dieta basada en alimentos de origen vegetal y caminar a diario puede mejorar las defensas contra el cáncer en tan sólo dos semanas. Los investigadores vertieron gotas de sangre de mujeres antes y después de 14 días de vida saludable sobre células de cáncer de mama en placas de Petri. La sangre extraída después de que empezaran a comer de forma más saludable suprimió el crecimiento del cáncer significativamente mejor y mató a entre el 20 por ciento y el 30 por ciento más de células cancerosas que la sangre que se les había extraído tan sólo dos semanas antes.[1264] Los investigadores atribuyeron el efecto a la reducción de los niveles de la hormona IGF-1,[1265] que promueve la proliferación del cáncer, probablemente como consecuencia de la reducción en la ingesta de proteínas animales. [1266]
¿Qué tipo de sangre quiere en el cuerpo? ¿Qué tipo de sistema inmunitario prefiere tener? ¿El tipo de sangre que deja paso libre cuando aparecen células cancerosas nuevas, o el que lleva a todos los rincones de su organismo la capacidad de ralentizar su crecimiento y detenerlas?
ALCOHOL
En 2010, la división de la Organización Mundial de la Salud que evalúa el riesgo de cáncer actualizó su clasificación del alcohol, que pasó a ser un agente cancerígeno definitivo para el cáncer de mama. [1267] En 2014, aclaró su postura y afirmó que, si hablamos de cáncer de mama, ninguna cantidad de alcohol es segura. [1268]
¿Y qué se ha hecho del «consumo responsable»? En 2013 se publicó una compilación de más de cien estudios científicos sobre el cáncer de mama y el consumo leve de alcohol (un máximo de una bebida alcohólica al día). Los investigadores encontraron un aumento leve, pero estadísticamente significativo, del riesgo de desarrollar cáncer de mama incluso entre las mujeres que consumían como máximo una bebida al día (excepto, quizá, vino tinto. Véase recuadro inferior). Estimaron que cada año y en todo el mundo podían atribuirse al consumo leve de alcohol unas 5.000 muertes por cáncer de mama. [1269]
El alcohol no es cancerígeno en sí mismo. El culpable es el acetaldehído, uno de los productos de la descomposición del alcohol y que puede formarse en la boca inmediatamente después del primer sorbo. Los experimentos han concluido que incluso mantener en la boca durante cinco segundos una cucharadita de alcohol destilado antes de escupirlo da como resultado la producción de niveles potencialmente cancerígenos de acetaldehído, que, además, permanecen en la boca durante más de diez minutos. [1270]
Si incluso un único sorbo de alcohol puede producir niveles cancerígenos de acetaldehído en la boca, ¿es perjudicial usar enjuague bucal con alcohol? Los investigadores que analizaron los efectos de varios locutorios y enjuagues orales concluyeron que, aunque el riesgo es mínimo, probablemente sea mejor evitar este tipo de productos si contienen alcohol. [1271]
EL VINO TINTO FRENTE AL VINO BLANCO
El Estudio de Harvard sobre la Salud de las Enfermeras concluyó que beber incluso menos de una copa al día podría asociarse a un pequeño riesgo de desarrollar cáncer de mama. [1272] Sin embargo, consumir exclusivamente vino tinto no se asoció al riesgo de cáncer de mama. ¿Por qué? El vino tinto contiene un elemento que parece suprimir la actividad de una enzima llamada estrógeno sintetasa, que los tumores de mama pueden usar para crear estrógenos y alimentar su crecimiento. [1273] Este compuesto se encuentra en la piel de las uvas negras que se utilizan para hacer el vino tinto, lo que explica también por qué el vino blanco no parece ofrecer la misma protección: la piel no se utiliza en la elaboración del vino blanco. [1274]
Los investigadores concluyeron que el vino tinto podría «paliar el elevado riesgo de cáncer de mama asociado a la ingesta de alcohol». [1275] En otras palabras, las uvas del vino tinto podrían contribuir a anular algunos de los efectos cancerígenos del alcohol. Sin embargo, podemos disfrutar de los beneficios sin incurrir en el riesgo asociado a las bebidas alcohólicas si bebemos zumo de fruta o, aún mejor, comemos uvas negras, preferiblemente con semillas: al parecer, son las más efectivas a la hora de suprimir la enzima estrógeno sintetasa. [1276]
Es bueno (y delicioso) saber que las fresas, [1277] las granadas [1278] y el humilde champiñón [1279] también suprimen esta enzima potencialmente cancerígena.
LA MELATONINA Y EL CÁNCER DE MAMA
Durante miles de millones de años, la vida en el planeta Tierra evolucionó bajo condiciones de unas 12 horas de luz solar y unas 12 horas de oscuridad. Los seres humanos aprendieron a controlar el fuego para cocinar hace aproximadamente un millón de años, pero sólo hace unos cinco mil que usamos velas y cien que conocemos la luz eléctrica. Es decir, nuestros antepasados vivían la mitad de sus vidas en la oscuridad.
Por el contrario, en la actualidad y como consecuencia de la contaminación lumínica por la noche, es posible que la única Vía Láctea que vean nuestros hijos sea la que aparece en los libros. La iluminación eléctrica permite que sigamos siendo productivos bien entrada la noche, pero ¿podría ser que esta exposición a la luz durante las horas nocturnas tuviera efectos adversos sobre la salud?
En filosofía, existe lo que llamamos falacia naturalista, una argumentación errónea en la que alguien postula que algo es bueno sencillamente porque es natural. Sin embargo, en biología este argumento no es necesariamente falaz. Las condiciones bajo las que nuestro organismo evolucionó cuidadosamente durante millones de años pueden aportar información sobre cuál es nuestra manera óptima de funcionar. Por ejemplo, evolucionamos corriendo desnudos en África ecuatorial. Por lo tanto, no es de extrañar que muchos de los seres humanos modernos tengamos un déficit de vitamina D (la «vitamina del sol») si vivimos en regiones nórdicas o en países donde la cultura dicta que las mujeres deben ir cubiertas de la cabeza a los pies. [1280]
¿Podría algo tan omnipresente como la bombilla ser una bendición envenenada? La glándula pineal descansa justo en el centro del cerebro. Es lo que solemos llamar tercer ojo. Está conectada con los ojos de verdad y sólo tiene una función: producir una hormona que se llama melatonina. Durante el día, la glándula pineal permanece inactiva. Sin embargo, cuando el cielo empieza a oscurecerse, se activa y empieza a enviar melatonina al torrente sanguíneo. Empezamos a sentir cansancio, el nivel de alerta baja y empezamos a pensar en acostarnos. La secreción de melatonina suele alcanzar el punto máximo entre las dos y las cinco de la madrugada y se detiene al amanecer, lo que es una de las señales de que es hora de despertarse. El nivel de melatonina en sangre es una de las maneras en que los órganos internos saben qué hora es. Es una de las manillas del reloj circadiano interno. [1281]
Además de regular el sueño, se cree que la melatonina desempeña otra función crucial: eliminar el crecimiento del cáncer. Es como si la melatonina pusiera a dormir las células cancerosas, noche tras noche. [1282] Investigadores del Hospital Brigham and Women de Boston, y de otros lugares, quisieron averiguar si esta función podría aplicarse a la prevención del cáncer de mama y tuvieron la ingeniosa idea de estudiar a mujeres ciegas. Creían que, como las mujeres ciegas no pueden ver la luz del sol, sus glándulas pineales secretarían melatonina sin cesar. Y, ciertamente, concluyeron que las mujeres ciegas podrían tener la mitad de probabilidades de desarrollar cáncer de mama que las que conservan la visión. [1283]
Por el contrario, parece que las mujeres que interrumpen la producción de melatonina trabajando por la noche presentan un mayor riesgo de desarrollar cáncer de mama. [1284] Incluso vivir en una calle especialmente iluminada podría afectar al riesgo. Estudios que han cotejado fotos nocturnas tomadas por satélite con la incidencia del cáncer de mama han concluido que las personas que viven en barrios más iluminados tienden a presentar un mayor riesgo de cáncer de mama. [1285], [1286], [1287] Por lo tanto, probablemente sea mejor dormir con las luces apagadas y las persianas bajadas, aunque hay pocas pruebas acerca de la efectividad de tomar estas medidas. [1288]
La producción de melatonina puede medirse a partir de la cantidad de melatonina que excretamos con la primera orina de la mañana. Y, efectivamente, las mujeres con la secreción más elevada presentaban los menores índices de cáncer de mama. [1289] Además de minimizar la exposición a la luz durante la noche, ¿podemos hacer algo para fomentar la producción de melatonina? Parece ser que sí. En 2005, investigadores japoneses informaron de la relación entre un consumo elevado de alimentos de origen vegetal y niveles superiores de melatonina en la orina. [1290] ¿Hay algún alimento capaz de reducir la producción de melatonina y, por lo tanto, de aumentar quizás el riesgo de desarrollar un cáncer de mama? No lo supimos hasta que en 2009 se publicó un amplio estudio sobre dieta y melatonina. Investigadores de la Universidad de Harvard preguntaron a casi 1.000 mujeres acerca de su consumo de 38 alimentos o grupos de alimentos distintos y midieron sus niveles de melatonina matutinos. La carne fue el único alimento cuyo consumo se asoció significativamente a una reducción de la producción de la melatonina, aunque aún se desconocen los motivos. [1291]
Por lo tanto, para minimizar la alteración de la producción de la melatonina podemos bajar las persianas por la noche, comer más fruta y verdura y comer menos carne.
EJERCICIO FÍSICO Y CÁNCER DE MAMA
La actividad física se considera una medida preventiva prometedora contra el cáncer de mama, [1292] no sólo porque ayuda a controlar el peso, sino porque el ejercicio tiende a reducir el nivel de estrógenos circulantes. [1293] Cinco horas semanales de ejercicio aeróbico vigoroso pueden reducir la exposición a estrógenos y progesterona en un 20 por ciento aproximadamente. [1294] ¿Hay que hacer tanto ejercicio para conseguir ese efecto protector?
Aunque el ejercicio físico suave se ha asociado a un menor riesgo para otros tipos de cáncer, cuando hablamos del de mama parece que los paseos no dan la talla. [1295] Ni siquiera una hora diaria de actividades como bailar lentamente o de desempeñar tareas domésticas suaves parecen ser útiles.[1296] Según el mayor estudio publicado hasta la fecha acerca de este tema, sólo las mujeres que hicieron ejercicio hasta sudar durante cinco veces o más a la semana consiguieron un efecto protector significativo.[1297] Por otro lado, parece que la actividad moderadamente intensa podría ofrecer los mismos beneficios que el ejercicio vigoroso.[1298] Caminar a buen ritmo durante una hora diaria se considera ejercicio físico de intensidad moderada, pero no se puso a prueba hasta que un estudio de 2013 concluyó que, efectivamente, caminar una hora o más al día se asocia a una reducción significativa del cáncer de mama. [1299]
Darwin tenía razón: sobreviven los que están más fuertes y más en forma. Así que ¡a ponerse en forma!
AMINAS HETEROCÍCLICAS
En 1939, un artículo titulado «Presence of Cancer-Producing Substances in Roasted Food» (Presencia de sustancias cancerígenas en la comida asada) informó de un hallazgo curioso. Un investigador describía que había podido inducir cáncer de mama en ratones pintándoles la cabeza con extractos de músculo de caballo asado.[1300] Desde entonces, estas sustancias cancerígenas se han identificado como aminas heterocíclicas (AHC), que el Instituto Nacional contra el Cáncer describe como «sustancias químicas que se forman cuando la carne, incluyendo la de ternera, cerdo, pescado y aves de corral, se cocina a alta temperatura».[1301] Los métodos de cocción a alta temperatura son asar a la brasa, a la plancha o al horno y freír. Probablemente, la manera más segura de comer carne sea hervirla. Las personas que comen carne que no ha superado en ningún momento los 100 °C excretan orina y heces significativamente menos dañinas para el ADN que quienes comen carne cocinada con métodos secos y a temperaturas más elevadas. [1302] Esto significa que tienen menos sustancias mutagénicas circulando por la sangre y en contacto con el colon. Por otro lado, asar pollo al horno durante tan sólo quince minutos a unos 175 °C lleva a la producción de AHC. [1303]
Estos agentes cancerígenos se forman en una reacción química a altas temperaturas que se desencadena en algunos de los componentes del tejido muscular de la carne. (La ausencia de algunas de estas sustancias en las plantas podría explicar por qué las hamburguesas vegetarianas no contienen AHC detectables.)[1304] Cuanto más tiempo se cocine la carne, más AHC se forman. Este proceso explicaría por qué comer carne muy hecha se asocia a un mayor riesgo de cáncer de mama, colon, esófago, pulmón, páncreas, próstata y estómago. [1305] Esto da lugar a una situación que la Harvard Health Letter calificó de «paradoja» de la preparación de la carne: comer carne muy hecha reduce el riesgo de contraer intoxicaciones alimentarias (véase capítulo 5), [1306] pero comer carne demasiado hecha puede aumentar el riesgo de ingerir agentes cancerígenos.
Que las aminas heterocíclicas provoquen cáncer en roedores no significa que provoquen cáncer en las personas. Sin embargo, en este caso concreto, parece que las personas somos aún más susceptibles. El hígado de los roedores ha demostrado tener una capacidad extraordinaria para depurar el 99 por ciento de las AHC que los científicos les obligaban a ingerir mediante sonda orogástrica.[1307] En 2008, los investigadores descubrieron que el hígado de personas que habían comido pollo asado sólo era capaz de depurar aproximadamente el 50 por ciento de estos agentes cancerígenos, por lo que cabe pensar que el riesgo de desarrollar un cáncer es mucho mayor de lo que se había creído hasta la fecha y a partir de los experimentos con ratas. [1308]
Se cree que los agentes cancerígenos que contiene la carne cocinada explican por qué, tal y como informó el Proyecto de Estudio sobre el Cáncer de Mama de Long Island en 2007, las mujeres que consumen más carne asada, ahumada o hecha a la barbacoa a lo largo de sus vidas pueden presentar un riesgo hasta un 47 por ciento superior de desarrollar un cáncer de mama.[1309] Y el Estudio sobre la Salud de la Mujer de Iowa concluyó que las que comían el beicon, el bistec y las hamburguesas «muy hechas» tenían casi cinco veces más probabilidades de contraer un cáncer de mama que las que preferían la carne poco hecha o al punto. [1310]
Para ver qué sucedía en el interior de los senos, los investigadores entrevistaron a mujeres que iban a practicarse una operación de reducción de mamas acerca de sus métodos de preparación de la carne y pudieron relacionar el consumo de carne frita con el nivel de daño en el ADN detectado en el tejido mamario de las mujeres; [1311] el tipo de daño que, potencialmente, puede provocar que una célula normal mute y se vuelva cancerosa. [1312]
Las AHC parecen ser capaces tanto de iniciar como de promover el crecimiento del cáncer. Se descubrió que la PhIP, una de las AHC más abundantes en la carne cocinada, ejerce un efecto muy potente y parecido al de los estrógenos, con lo que alimenta el crecimiento de las células del cáncer de mama humano casi con la misma fuerza que el estrógeno puro, [1313] que acelera el desarrollo de la mayoría de los tumores humanos. De todos modos, este resultado se basó en experimentos en placas de Petri. ¿Cómo sabemos que los agentes cancerígenos llegan a los conductos de las mamas humanas, donde se inician la mayoría de tumores mamarios? No lo sabíamos, hasta que los investigadores midieron los niveles de PhIP en la leche materna de mujeres no fumadoras. (El humo del tabaco también contiene AHC.) [1314] En este estudio, se detectó PhIP en la leche de mujeres que comían carne en la misma concentración que se sabe que aumenta significativamente el crecimiento de las células de cáncer de mama. [1315] No se hallaron trazas de PhIP en la leche materna de una de las participantes, que era vegetariana. [1316]
Un estudio que comparó los niveles de PhIP en el cabello llegó a conclusiones similares. Se detectó la sustancia en las muestras de cabello de las seis personas omnívoras que participaron, pero sólo en una de las seis que eran vegetarianas. [1317] (También podemos encontrar AHC en los huevos fritos.) [1318]
El organismo puede depurar rápidamente estas toxinas cuando se interrumpe la exposición a las mismas. De hecho, los niveles de PhIP en la orina pueden caer hasta cero al cabo de 24 horas sin comer carne. [1319] Por lo tanto, si es una de las personas que practica los «lunes sin carne», el nivel de PhIP en su organismo podría ser indetectable el martes por la mañana. De todos modos, la dieta no es la única fuente de PhIP. Los niveles de AHC en vegetarianos fumadores pueden ser muy similares a los de los omnívoros no fumadores. [1320]
La amina heterocíclica PhIP no sólo es lo que llamamos un agente cancerígeno completo, capaz tanto de desencadenar un cáncer como de promover su proliferación, sino que parece que también podría facilitar su diseminación. El desarrollo del cáncer sigue tres fases principales: 1) inicio, que es el daño irreversible al ADN que arranca el proceso; 2) promoción, o crecimiento y división de la célula cancerosa inicial hasta la formación del tumor; y 3) avance, que puede incluir la invasión cancerosa del tejido sano que rodea al tumor y la metástasis (o extensión) a otra área del cuerpo.
Los científicos pueden determinar lo invasivo, o agresivo, que es un cáncer concreto introduciendo células cancerosas en un instrumento llamado cámara de invasión. Colocan células cancerosas en uno de los lados de una membrana porosa y, entonces, miden su capacidad para penetrar y extenderse por la misma. Cuando los investigadores colocaron células de cáncer de mama metastásicas extraídas a una mujer de cincuenta y cuatro años de edad en una cámara de invasión, relativamente pocas pudieron atravesar la barrera. Por el contrario, tan sólo 72 horas después de haber añadido PhIP a la cámara, las células se volvieron más invasivas y atravesaron la membrana a un ritmo acelerado. [1321]
Por lo tanto, la PhIP en la carne es un agente cancerígeno que golpea por triplicado y que, al parecer, interviene en todas las etapas del desarrollo del cáncer de mama. Sin embargo, evitarla no es nada fácil si seguimos una dieta occidental estándar. Tal y como manifiestan los investigadores, «resulta difícil evitar la exposición a la PhIP, porque se halla en la mayoría de carnes cocinadas de consumo habitual, especialmente en el pollo, la ternera y el pescado». [1322]
COLESTEROL
¿Recuerda que hace unas páginas le he hablado del Instituto Americano para la Investigación del Cáncer? Un estudio concluyó que, al parecer, si se seguían sus directrices para prevenir el cáncer, no sólo se reducía el riesgo de desarrollar cáncer de mama, sino también el de enfermedad coronaria. [1323] Lo que, es más, adoptar una alimentación más saludable para prevenir el cáncer no sólo podría prevenir la enfermedad coronaria, sino que comer para prevenir la enfermedad coronaria también podría ayudar a prevenir el cáncer. ¿Por qué? Uno de los motivos es que el colesterol podría intervenir en el desarrollo y el avance del cáncer de mama. [1324]
Parece que el cáncer se alimenta de colesterol. El colesterol LDL estimula el crecimiento de las células de cáncer de mama en placas de Petri. En pocas palabras: devoran el colesterol «malo». Los tumores pueden absorber tanto colesterol que los niveles de colesterol en sangre de los pacientes de cáncer tienden a caer a medida que el cáncer crece. [1325] No es una buena señal, ya que la supervivencia de los pacientes tiende a bajar a medida que la captación de colesterol aumenta. [1326]
Se cree que el cáncer usa el colesterol para fabricar estrógeno o para apuntalar las membranas tumorales y ayudar así al cáncer a migrar e invadir más tejidos. [1327] En otras palabras, los tumores de mama podrían aprovechar los niveles elevados de colesterol circulante para alimentar y acelerar su propio crecimiento. [1328] El ansia del cáncer por el colesterol es tal que las empresas farmacéuticas han valorado usar el colesterol LDL como un caballo de Troya con el que introducir fármacos antitumorales en las células cancerosas. [1329]
Aunque los datos son contradictorios, el mayor estudio sobre cáncer y colesterol que se ha llevado a cabo hasta la fecha (ha incluido a más de un millón de participantes) concluyó que el riesgo de cáncer en las mujeres con niveles de colesterol superiores a 240 era un 17 por ciento más elevado que el de las mujeres cuyo nivel de colesterol no llegaba a 160.[1330] Si reducir el colesterol puede ayudar a reducir el riesgo de cáncer de mama, ¿por qué no tomar estatinas, los medicamentos que reducen el colesterol?
Las estatinas ofrecieron resultados prometedores en estudios en placas de Petri, pero los resultados de estudios poblacionales que han comparado la incidencia de cáncer de mama entre usuarias de estatinas y no usuarias no han sido concluyentes. Algunos sugerían que las estatinas reducían el riesgo de cáncer de mama, mientras que otros sugerían que el riesgo aumentaba. De todos modos, la mayoría de estudios eran relativamente a corto plazo. La mayoría consideraban que cinco años equivalía a un uso de estatinas a largo plazo, pero hay que tener en cuenta que el cáncer de mama puede tardar décadas en desarrollarse. [1331]
El primer gran estudio sobre el riesgo de cáncer de mama asociado al uso de estatinas durante diez años o más se publicó en 2013 y concluyó que las mujeres que habían tomado estatinas durante una década o más tenían el doble del riesgo de desarrollar los dos tipos de cáncer de mama infiltrante más frecuentes: carcinoma ductal invasivo y carcinoma lobular invasivo. [1332] Los fármacos contra el colesterol multiplicaban el riesgo por dos. De confirmarse estas conclusiones, las repercusiones para la salud pública serían inmensas: sólo en Estados Unidos, aproximadamente una de cada cuatro mujeres mayores de cuarenta y cinco años podría estar tomando estatinas. [1333]
La primera causa de muerte entre las mujeres es la enfermedad coronaria, no el cáncer de mama, por lo que las mujeres necesitan mantener bajos los niveles de colesterol. Sin embargo, es muy probable que puedan conseguirlo sin necesidad de medicarse si adoptan una dieta lo suficientemente saludable y basada en alimentos de origen vegetal. Y algunos podrían ofrecer una protección especialmente sólida.
COMER PLANTAS PARA PREVENIR (Y TRATAR) EL CÁNCER DE MAMA
Hace poco, recibí una nota muy conmovedora de Bettina, una mujer que llevaba tiempo siguiendo mi trabajo en <NutritionFacts.org>. Le habían diagnosticado un cáncer de mama «triple negativo» de estadio II; el más difícil de tratar. Llevaba ocho meses en tratamiento, que había incluido cirugía, quimioterapia y radioterapia. El diagnóstico de cáncer de mama ya es muy estresante en sí mismo, pero un régimen de tratamiento tan riguroso puede multiplicar la ansiedad y la depresión.
Sin embargo, Bettina aprovechó la experiencia para efectuar cambios positivos en su vida. Después de mirar algunos de mis vídeos, empezó a comer de forma más saludable y siguió muchas de las recomendaciones que encontrará en este capítulo para prevenir la reaparición del cáncer, como comer más brócoli y semillas de lino. Buenas noticias: Bettina lleva más de tres años libre del cáncer.
Dada la gran cantidad de estudios que leo, a veces me olvido de que las estadísticas se refieren a la vida de personas reales. Historias como las de Bettina me ayudan a poner cara a los datos y los números, que pueden ser muy fríos. Cuando gente de verdad hace cambios de verdad, pueden ver resultados de verdad.
Por desgracia, incluso después de un diagnóstico de cáncer de mama, la mayoría de mujeres no adoptan los cambios dietéticos que podrían ayudarlas más, como comer menos carne y más fruta y verdura. [1334] Quizá no saben (o sus médicos no se lo han dicho) que un estilo de vida saludable podría aumentar sus probabilidades de sobrevivir. Por ejemplo, un estudio sobre casi 1.500 mujeres concluyó que cambios conductuales extraordinariamente sencillos, como comer cinco o más raciones diarias de fruta y verdura y caminar durante 30 minutos seis veces a la semana, se asociaban a una ventaja de supervivencia significativa. Quienes seguían estas recomendaciones parecían reducir a la mitad el riesgo de morir de cáncer dos años tras el diagnóstico. [1335]
Las historias como la de Bettina ayudan a que las estadísticas resulten más emotivas, pero debemos basarnos en la ciencia. Con el tiempo, decidir qué comer y cómo alimentar a nuestra familia puede ser cuestión de vida o muerte. ¿Qué mejor manera de decidir que basarnos en la mejor ciencia disponible?
FIBRA
No consumir la fibra suficiente también puede ser un factor de riesgo para el cáncer de mama. Investigadores de la Universidad de Yale, entre otros, descubrieron que las mujeres premenopáusicas que ingerían más de seis gramos de fibra soluble al día (el equivalente a 240 gramos de judías) tenían un 62 por ciento menos de probabilidades de desarrollar cáncer de mama que las que consumían menos de unos cuatro gramos al día. Los beneficios de la fibra se hacían aún más evidentes en relación con los tumores mamarios con receptores de estrógenos negativos, que son más difíciles de tratar: las mujeres premenopáusicas que seguían una dieta rica en fibra tenían un 85 por ciento menos de probabilidades de desarrollar este tipo de cáncer de mama. [1336]
¿Cómo llegaron a esta cifra? El estudio de Yale fue lo que se conoce como Estudio de Casos y Controles. Los científicos compararon las dietas pasadas de mujeres que tenían cáncer de mama (casos) con las dietas pasadas de mujeres de características similares que no tenían cáncer de mama (controles), para intentar determinar si las dietas de las mujeres que habían desarrollado la enfermedad tenían algún elemento característico. Vieron que algunas de las mujeres con cáncer de mama referían comer significativamente menos fibra soluble, en promedio, que las que no tenían cáncer. Por lo tanto, la fibra soluble podía resultar ser protectora.
Las mujeres del estudio no obtenían la fibra de suplementos dietéticos, sino de comida. Sin embargo, esto podría significar que comer más fibra no es más que una prueba de que las mujeres sin cáncer comen más alimentos de origen vegetal, los únicos que contienen fibra de forma natural. Por lo tanto, podría ser que la fibra no fuera el ingrediente activo y que los alimentos de origen vegetal ofrezcan protección por algún otro motivo. «Por otro lado —dijeron los investigadores—, un mayor consumo de fibra de origen vegetal […] podría reflejar un menor consumo de alimentos de origen animal…». [1337] En otras palabras, quizá no era tanto de qué comían más, sino de qué comían menos. El motivo por el que la ingesta elevada de fibra se asocia a menos cáncer de mama podría ser, o la mayor cantidad de judías…, o la menor cantidad de salchichas.
Sea como sea, un análisis de otros doce estudios de controles y casos de cáncer de mama llegó a resultados similares, donde un riesgo menor de cáncer de mama se asociaba a indicadores de ingesta de fruta y verdura, como ingesta de vitamina C, y un riesgo mayor de cáncer de mama se asociaba a una ingesta mayor de grasas saturadas (un indicador de la ingesta de carne, lácteos y alimentos procesados). Según estos mismos estudios, cuantos más alimentos integrales comamos, mejor para nuestra salud. Cada 20 gramos de fibra ingeridos a diario se asociaron a una reducción del 15 por ciento de desarrollar cáncer de mama. [1338]
Los estudios de casos y controles tienen un problema: dependen de que los sujetos recuerden qué han comido, lo que introduce la posibilidad de lo que se conoce como «sesgo de recuerdo». Por ejemplo, si las mujeres con cáncer de mama tienen más tendencia a recordar selectivamente los alimentos poco saludables que ingirieron, este sesgo podría inflar artificialmente la correlación entre comer determinados alimentos y el riesgo de cáncer. Los estudios de cohorte prospectivos evitan este problema, porque siguen a un grupo (cohorte) de mujeres sanas y a sus dietas a partir del inicio del estudio (prospectivamente), para, con el tiempo, ver quién desarrolla cáncer y quién no. Una compilación de diez estudios de cohorte prospectivos sobre el cáncer de mama y la ingesta de fibra obtuvo resultados similares a los de la docena de estudios de casos y controles que acabamos de mencionar: una reducción del 14 por ciento del riesgo de desarrollar cáncer de mama por cada 20 gramos de fibra ingeridos al día. [1339] Aun así, es posible que la relación entre más fibra y menos cáncer de mama no sea una línea recta. El riesgo de desarrollar un cáncer de mama podría no descender significativamente si no se alcanza un consumo mínimo de 25 gramos de fibra diarios. [1340]
Por desgracia, la mujer estadounidense media no alcanza los 15 gramos de fibra diarios, es decir, aproximadamente la mitad de cantidad mínima recomendada. [1341] Es posible que incluso el vegetariano estadounidense promedio ingiera únicamente unos 20 gramos diarios. [1342] Sin embargo, los vegetarianos más sanos pueden llegar a ingerir unos 37 gramos diarios en promedio y los veganos unos 46 gramos. [1343] Por su parte, las dietas basadas en alimentos integrales de origen vegetal que se usan terapéuticamente para hacer retroceder enfermedades crónicas pueden proporcionar más de 60 gramos de fibra al día. [1344]
MONDAR EL CÁNCER DE MAMA
«¿Una manzana al día al oncólogo avía?», se preguntaba un estudio publicado en Annals of Oncology y cuyo objetivo era determinar si comer una manzana (o más) al día se asocia a una reducción del riesgo de desarrollar cáncer. Resultados: en comparación con personas que comían menos de una manzana al día de media, quienes sí lo hacían tenían un riesgo un 24 por ciento más bajo de desarrollar cáncer de mama además de un riesgo significativamente menor de desarrollar cáncer de ovarios, de laringe y colorrectal. La asociación protectora se mantuvo incluso cuando se tuvo en cuenta la ingesta de verduras y otras frutas, lo que sugiere que el consumo de una manzana diaria era más que un mero indicador de dieta saludable. [1345]
Se asume que la protección contra el cáncer que ofrecen las manzanas tiene que ver con sus propiedades antioxidantes. Los antioxidantes de las manzanas se concentran en la piel, lo que parece muy lógico: la piel es la primera línea de defensa de la fruta ante el mundo exterior. Si se expone la pulpa, se vuelve marrón (se oxida) al cabo de tan sólo unos momentos. La capacidad antioxidante de la piel puede ser entre dos (Golden Delicious) y seis veces (Idared) mayor que la de la pulpa. [1346]
Además de proteger contra el primer asalto de los radicales libres al ADN, el extracto de manzana parece ser capaz de suprimir el crecimiento en placas de Petri de las células de cáncer de mama con receptores de estrógenos positivos y negativos. [1347] Cuando investigadores de mi alma mater, la Universidad de Cornell, vertieron por separado gotas de extractos de piel y de pulpa procedentes de las mismas manzanas sobre las células cancerosas, el de piel fue diez veces más efectivo a la hora de detener el crecimiento del cáncer. [1348]
Los investigadores encontraron algo en la piel de las manzanas orgánicas (es de suponer que también está presente en la de las manzanas convencionales) que parece ser capaz de reactivar un gen supresor de tumores llamado Maspin (acrónimo inglés para inhibidor de las proteasas de la serina mamaria). El Maspin es una de las herramientas que el organismo utiliza para mantener alejado al cáncer de mama. Las células cancerosas encuentran el modo de desactivarlo, pero, al parecer, la piel de la manzana puede activarlo otra vez. Los investigadores concluyeron que «no deberíamos eliminar la piel de manzana de nuestra dieta». [1349]
PONERSE VERDE PARA PREVENIR EL CÁNCER DE MAMA
Antes he mencionado el estudio de 2007 en Long Island que relacionó el riesgo de desarrollar cáncer de mama con las aminas heterocíclicas que se forman al cocinar la carne. El estudio concluyó que las mujeres mayores que a lo largo de toda su vida habían consumido más carne a la brasa, a la barbacoa o ahumada presentaban un riesgo de contraer cáncer de mama un 47 por ciento más elevado. El de las que consumían más carne y también menos fruta y verdura, era un 74 por ciento más elevado. [1350]
Aunque una dieta pobre en fruta y verdura podría no ser más que un indicador de hábitos poco saludables en general, cada vez hay más pruebas que indican que los alimentos de origen vegetal podrían contener algo que protege activamente contra el cáncer de mama. Por ejemplo, las verduras crucíferas, como el brócoli, aumentan la actividad de las enzimas purificadoras del hígado. La investigación ha demostrado que si comemos brócoli y coles de Bruselas eliminamos la cafeína más rápidamente, lo que significa que, si comemos muchas verduras crucíferas, necesitaremos tomar más café para conseguir el mismo nivel de alerta, ya que el hígado (el purificador del organismo) estará muy activo. [1351] ¿Funcionaría este mecanismo también con los agentes cancerígenos de la carne cocinada?
Un equipo de investigadores dio de comer carne frita a personas no fumadoras. Entonces, midieron los niveles de aminas heterocíclicas circulantes en el organismo con un análisis de orina. Durante dos semanas, los participantes en el estudio añadieron unos 1.400 gramos diarios de brócoli y coles de Bruselas a sus dietas y luego ingirieron la misma comida a base de carne frita. A pesar de que habían ingerido la misma cantidad de agentes cancerígenos, los niveles en la orina fueron significativamente menores, lo que coincidiría con un aumento de la capacidad purificadora del hígado gracias al brócoli. [1352]
A continuación, sucedió algo inesperado. Los sujetos dejaron de comer las verduras adicionales y, dos semanas más tarde, volvieron a comer el plato de carne. La hipótesis era que la capacidad de purificar los agentes cancerígenos habría vuelto a la normalidad. Por el contrario, la función hepática de los sujetos seguía aumentadas incluso semanas después. [1353] Esto sugiere que acompañar el filete con un buen puñado de brócoli no sólo podría reducir la exposición a los agentes cancerígenos, sino que comer verdura días o incluso semanas antes de la gran barbacoa podría ayudarnos a reforzar las defensas. De todos modos, es posible que lo más saludable sea optar por la hamburguesa vegetal, ya que así no habrá aminas heterocíclicas que eliminar. [1354]
Entonces, ¿las mujeres que ingieren mucha verdura de hoja verde tienen menos probabilidades de desarrollar cáncer de mama? Un estudio sobre 50.000 mujeres afroamericanas (un sector demográfico que, por desgracia, no se suele tener en cuenta en la investigación médica, pero que tiende a comer más verduras de forma habitual) concluyó que las que comían dos o más raciones de verdura al día presentaban un riesgo significativamente menor de un tipo de cáncer de mama especialmente difícil de tratar, el de receptores de estrógeno y progesterona negativos.[1355] El brócoli parecía ser especialmente protector en las mujeres premenopáusicas, pero el consumo de repollo se asoció a un menor riesgo de cáncer de mama a cualquier edad.[1356]
LAS CÉLULAS MADRE DEL CÁNCER DE MAMA
¿Y si ya está combatiendo el cáncer de mama o está en remisión? Las verduras de hoja verde también pueden protegerlo. A lo largo de los últimos diez años, los científicos han desarrollado una nueva teoría de la biología del cáncer a partir de la función que desempeñan las células madre. Las células madre son, básicamente, las materias primas del organismo, las «madres» a partir de las que se generan todas las células con funciones especializadas. En consecuencia, constituyen una parte fundamental del sistema de reparación del cuerpo y participan en la regeneración de la piel, los huesos y la musculatura. El tejido mamario tiene muchas células madre en reserva, que durante el embarazo se utilizan para crear nuevas glándulas mamarias que producirán la leche materna. [1357] Sin embargo, y a pesar de lo milagrosas que son, la propia inmortalidad de las células madre puede volverse en contra de nosotros. Si se vuelven cancerosas, en lugar de reconstruir órganos pueden construir tumores. [1358]
Es posible que las células madre cancerosas sean el motivo por el que el cáncer de mama puede regresar incluso veinticinco años después de haber sido eliminado con éxito la primera vez. [1359] Cuando nos dicen que ya no tenemos cáncer, puede ser que los tumores hayan desaparecido, pero si quedan células madre cancerosas podrían volver incluso muchos años más adelante. Por desgracia, podría ser que alguien que lleva diez años sin rastro de cáncer y se considera curado esté, en realidad, en remisión. Puede haber células madre cancerosas latentes, aguardando el momento de reactivarse.
La batería actual de sofisticados tratamientos de quimio y radioterapia se basan en modelos animales. El éxito de un tratamiento concreto suele medirse a partir de su capacidad para reducir tumores en roedores…, pero las ratas de laboratorio no viven más de dos o tres años. Es posible que los investigadores hayan conseguido reducir el tamaño de los tumores, pero que aún queden células madres latentes y capaces de reconstruir lentamente tumores nuevos a lo largo de los años siguientes. [1360]
Lo que necesitamos es cortar el cáncer de raíz. Necesitamos diseñar tratamientos cuyo objetivo vaya más allá de reducir el tamaño del tumor y apunte a lo que se ha llamado el «corazón palpitante del tumor»: [1361] las células madres cancerosas.
Y ahí es donde el brócoli podría resultar útil.
El sulforafano es un componente dietético de las verduras crucíferas, como el brócoli, y ha demostrado ser capaz de eliminar la capacidad para formar tumores de las células madre del cáncer de mama. [1362] Esto significa que, si está en remisión, comer mucho brócoli podría, en teoría, ayudarle a prevenir el regreso del cáncer. (Digo en teoría, porque los resultados se obtuvieron en una placa de Petri.)
Para ser realmente útil en la lucha contra el cáncer, es necesario que el sulforafano pase al torrente sanguíneo después de que hayamos comido brócoli. Entonces, tendría que acumularse en el tejido mamario hasta alcanzar la misma concentración que consiguió anular las células madre cancerosas en el laboratorio. ¿Es eso posible? Un innovador grupo de investigación en la Universidad Johns Hopkins se propuso averiguarlo. Pidieron a mujeres que iban a someterse a una reducción de mamas que bebieran zumo de brotes de brócoli una hora antes de la operación. Y, como esperaban, tras diseccionar el tejido mamario después de la cirugía encontraron indicios de una acumulación significativa de sulforafano.[1363] En otras palabras, ahora sabemos que los nutrientes anticancerígenos que contiene el brócoli consiguen llegar al sitio adecuado una vez que nos los metemos en la boca.
Para que el sulforafano se acumule en el tejido mamario en las concentraciones que parecen suprimir las células madre cancerosas habría que comer, como mínimo, unos 115 gramos de brotes de brócoli al día. [1364] Puede comprarlos en el mercado, pero cultivarlos en casa es barato y sencillo. Pueden ser algo picantes, por lo que a mí me gusta usarlos en ensalada, lo que reduce la intensidad del sabor.
Aún no se han llevado a cabo ensayos clínicos aleatorizados para ver si las supervivientes de cáncer de mama que comen brócoli sobreviven más que las que no, pero como comer brócoli y otras crucíferas ofrece múltiples beneficios y ningún efecto adverso, se lo recomiendo a todo el mundo.
SEMILLAS DE LINO
Las semillas de lino fueron uno de los primeros alimentos en ser considerados saludables y son apreciadas por sus propiedades curativas desde, como mínimo, la antigua Grecia, cuando Hipócrates escribió acerca de su uso para tratar a pacientes. [1365]
Conocidas por ser una de las fuentes vegetales más ricas de ácidos grasos omega-3, las semillas de lino se distinguen verdaderamente por su contenido en lignanos. Aunque todo el reino vegetal contiene lignanos, su concentración en las semillas de lino es unas cien veces superior a la de otros alimentos. [1366] ¿Qué son los lignanos?
Los lignanos son fitoestrógenos que pueden amortiguar los efectos del estrógeno del propio organismo. Por eso se considera a las semillas de lino un tratamiento de primera línea para el dolor de mamas menstrual.[1367] En términos de cáncer de mama, comer aproximadamente una cucharada de semillas de lino molidas puede alargar el ciclo menstrual de una mujer en aproximadamente un día.[1368] Esto significa que, a lo largo de toda su vida, tendrá menos periodos y, por lo tanto, se supone que menos exposición a los estrógenos y menos riesgo de desarrollar cáncer de mama.[1369] Al igual que, técnicamente, el brócoli no contiene sulforafano (sino los precursores que se transforman en sulforafano cuando lo masticamos, véase p. 357), las semillas de lino no contienen lignanos, sino sus precursores, que hay que activar. Y eso es lo que hacen las bacterias buenas del intestino.
La función de las bacterias intestinales podría ayudar a explicar por qué el riesgo de cáncer de mama puede ser mayor en las mujeres que sufren infecciones de orina con frecuencia. Cada vez que tomamos antibióticos, matamos bacterias de forma indiscriminada, lo que significa que reducimos la capacidad de las bacterias intestinales buenas para aprovechar plenamente los lignanos de nuestra dieta. [1370] (Por si necesitaba otra razón para tomar antibióticos sólo cuando sea estrictamente necesario.)
La ingesta de lignanos se asocia a una reducción significativa del riesgo de cáncer de mama en mujeres posmenopáusicas. [1371] Se cree que es por los efectos de amortiguación que ejercen sobre el estrógeno. Sin embargo, los lignanos se obtienen, para empezar, de alimentos saludables como las bayas, los cereales integrales y las verduras de hoja verde. ¿Es posible que no sean más que un indicador de dieta saludable?
Aunque, en una placa de Petri, los lignanos suprimen directamente la proliferación de las células de cáncer de mama, [1372] las evidencias más sólidas de que disponemos hasta la fecha y que indican que este tipo de fitonutrientes son algo especial proceden de estudios de intervención, empezando por uno de 2010 financiado por el Instituto Nacional Contra el Cáncer, en Estados Unidos. Los investigadores reunieron a 45 mujeres con un riesgo elevado de desarrollar cáncer de mama (o bien porque sus biopsias de mama eran sospechosas, o bien porque ya lo habían sufrido antes) y les dieron a diario el equivalente de dos cucharaditas de semillas de lino molidas. Se extrajo tejido mamario para biopsiar antes y después del estudio, que duró un año. En promedio, las mujeres presentaban menos cambios precancerosos en las mamas después de tomar lignanos durante un año que antes de iniciar el estudio. El nivel de Ki-67, un biomarcador (indicador) de proliferación celular, se redujo en un 80 por ciento (36 de 45) de las participantes. Esto sugiere que espolvorear unas cucharadas de semillas de lino molidas en la avena o en lo que se coma a lo largo del día, podría reducir el riesgo de desarrollar cáncer de mama. [1373]
¿Y qué sucede con las mujeres que ya tienen cáncer de mama? Las supervivientes de cáncer de mama que tienen niveles más elevados de lignanos en sangre [1374], [1375] y en la dieta [1376] parecen sobrevivir durante significativamente más tiempo. Es posible que este resultado se deba a que las mujeres que comen semillas de lino también pueden experimentar un aumento de los niveles de endostatina en las mamas. [1377] (La endostatina es una proteína que produce el organismo para ayudar a cortar el flujo sanguíneo que llega a los tumores.)
Las pruebas de estudios como este resultaron tan contundentes que los científicos llevaron a cabo un ensayo aleatorizado, doble ciego y controlado por placebo sobre el uso de semillas de lino en pacientes con cáncer de mama, una de las poquísimas veces en que un alimento se ha puesto a prueba con tanto rigor. Los investigadores localizaron a mujeres con cáncer de mama a quienes ya les habían programado una operación y las asignaron aleatoriamente a uno de dos grupos: cada día, las integrantes del primer grupo comieron una magdalena que contenía semillas de lino, y las del segundo comían una magdalena con el mismo aspecto y sabor que la otra, pero sin las semillas de lino. Al principio del estudio se practicaron biopsias de los tumores a las integrantes de ambos grupos y luego se compararon con la patología del tumor que se les extirpó durante la operación, unas cinco semanas después.
¿Se detectó alguna diferencia? En comparación con las mujeres que habían comido la magdalena placebo, las que habían comido las magdalenas con semillas de lino experimentaron, en promedio, una reducción de la proliferación de células tumorales, un aumento de las tasas de muerte de las células tumorales y una reducción de los niveles de c-erB2. El C-erB2 es un marcador de la agresividad del cáncer. Cuanto más elevada sea la puntuación, más capacidad tiene el cáncer de mama para hacer metástasis y extenderse por el cuerpo. En otras palabras, al parecer, las semillas de lino redujeron la agresividad del cáncer de las pacientes. Los investigadores concluyeron que «las semillas de lino en la dieta tienen el potencial de reducir el crecimiento de los tumores en las pacientes con cáncer de mama […] Las semillas de lino, asequibles y fáciles de obtener, podrían ser una alternativa dietética o un tratamiento añadido a los fármacos que se utilizan en la actualidad para combatir el cáncer». [1378]
LA SOJA Y EL CÁNCER DE MAMA
La soja contiene isoflavonas naturales, otro tipo de fitoestrógenos. Cuando leemos la palabra «estrógenos» en «fitoestrógenos», tendemos a asumir que la soja tiene efectos parecidos a los de los estrógenos. No es necesariamente así. Los fitoestrógenos se unen a los mismos receptores que el estrógeno del organismo, pero como su efecto es más débil, de hecho, pueden bloquear la actividad, más potente, de nuestro estrógeno animal.
Contamos con dos tipos de receptores de estrógeno, los receptores alfa y los beta. Nuestro estrógeno prefiere los alfa, mientras que los estrógenos vegetales (fitoestrógenos) son más afines a los beta. [1379] En consecuencia, los efectos de los fitoestrógenos de la soja sobre distintos tejidos dependerán de la proporción entre receptores alfa y beta. [1380]
El estrógeno ejerce efectos positivos en algunos tejidos, mientras que puede ser perjudicial para otros. Por ejemplo, los niveles elevados de estrógenos pueden ser buenos para los huesos, pero también pueden aumentar las probabilidades de desarrollar un cáncer de mama. Idealmente, querríamos contar con un «modulador selectivo de los receptores de estrógenos» que pudiera ejercer efectos proestrogénicos en unos tejidos y antiestrogénicos en otros.
Pues bien, parece que los fitoestrógenos de la soja funcionan precisamente así. [1381] Al parecer, la soja reduce el riesgo de cáncer de mama (un efecto antiestrogénico), [1382] pero también puede ayudar a reducir los sofocos de la menopausia (un efecto proestrogénico). [1383] Por lo tanto, consumir soja puede llevarnos a disfrutar de lo mejor de ambos mundos.
¿Y qué sucede con la soja en el caso de mujeres con cáncer de mama? Se han llevado a cabo cinco estudios sobre supervivientes de cáncer de mama y consumo de soja. En general, los investigadores han concluido que las mujeres diagnosticadas con cáncer de mama y que comieron más soja vivieron durante significativamente más tiempo y redujeron significativamente el riesgo de reaparición del cáncer de mama, en comparación con las que comieron menos.[1384] La cantidad de fitoestrógenos que contiene una única taza de leche de soja [1385] podría reducir el riesgo de recidiva del cáncer de mama en un 25 por ciento.[1386] La mejora en la supervivencia de las que consumían más soja se encontró tanto en mujeres cuyos tumores respondían al estrógeno (cáncer de mama de receptores de estrógeno positivos) como en mujeres que no (cáncer de mama con receptores de estrógeno negativos). Y esto se cumplió tanto en mujeres jóvenes como en más mayores. [1387] Por ejemplo, en un estudio, el 90 por ciento de las pacientes de cáncer de mama que comieron más fitoestrógenos de soja tras el diagnóstico seguían vivas cinco años después, mientras que la mitad de las que comieron poca o ninguna soja había fallecido. [1388]
Es posible que uno de los mecanismos por los que la soja reduce el riesgo de cáncer de mama y mejora la supervivencia sea que ayuda a reactivar los genes BRCA. [1389] El BRCA1 y el BRCA2 son lo que llamamos genes cuidadores, responsables de eliminar el cáncer y reparar el ADN. Las mutaciones de este gen pueden causar una forma rara de cáncer de mama hereditario. Angelina Jolie decidió someterse a una doble mastectomía profiláctica. Una encuesta de la Coalición Nacional contra el Cáncer detectó que la mayoría de mujeres creen que la mayoría de casos de cáncer de mama se dan en mujeres con una historia familiar o una predisposición genética al mismo. [1390] La realidad es que tan sólo el 2,5 por ciento de los casos de cáncer de mama pueden atribuirse a factores genéticos. [1391]
Si los genes BRCA de la gran mayoría de pacientes con cáncer de mama son plenamente funcionales, lo que significa que sus mecanismos de reparación de ADN están intactos, ¿cómo se formaron, crecieron y extendieron sus tumores mamarios? Al parecer, los tumores mamarios son capaces de suprimir la expresión de estos genes mediante un proceso llamado metilación. A pesar de que el gen sigue estando operativo, el cáncer ha conseguido desactivarlo o, al menos, bloquear su expresión, lo que posiblemente contribuye al proceso de metástasis tumoral. [1392] Y ahí es donde la soja podría hacer algo.
Parece que las isoflavonas de la soja pueden ayudar a reactivar la acción protectora de los BRCA, porque retiran la camisa de fuerza que el tumor ha intentado encasquetarles. [1393] De todos modos, la dosis que los investigadores de cáncer de mama utilizaron para lograr este resultado in vitro fue considerable: el equivalente a comer unos 225 gramos de soja.
La soja también podría ayudar a mujeres con variaciones de otros genes que también influyen en la susceptibilidad genética, el MDM2 y el CYP1B1. Por lo tanto, las mujeres con mayor riesgo genético de desarrollar cáncer de mama podrían beneficiarse especialmente de una ingesta elevada de soja. [1394] La cuestión es que, independientemente de los genes que se hereden, adoptar ciertos cambios en la alimentación podría influir en la expresión del ADN a nivel genético y, así, reforzar la capacidad del organismo para combatir la enfermedad.
¿POR QUÉ LAS MUJERES EN ASIA TIENEN MENOS CÁNCER DE MAMA?
A pesar de que el cáncer de mama es el cáncer específicamente femenino más frecuente en todo el mundo, las mujeres asiáticas tienen hasta cinco veces menos probabilidades de desarrollar cáncer de mama que las estadounidenses. [1395] ¿Por qué?
Una de las posibles explicaciones tiene que ver con el té verde, una bebida habitual en muchas dietas asiáticas y que se ha asociado a una reducción del riesgo de desarrollar cáncer de mama de aproximadamente un 30 por ciento. [1396] Otra de las posibles explicaciones es la ingesta relativamente elevada de soja, que, si se consume de forma habitual durante la infancia, podría reducir a la mitad el riesgo de desarrollar cáncer de mama más adelante. Sin embargo, si las mujeres consumen soja sobre todo una vez llegadas a la edad adulta, la reducción del riesgo podría acercarse más al 25 por ciento. [1397]
Aunque el consumo de té verde y de soja podría explicar una reducción de hasta dos veces en el riesgo de cáncer de mama entre las mujeres asiáticas, no explica del todo la diferencia en la incidencia del cáncer de mama en Oriente y Occidente.
La población asiática también consume más setas. [1398] Tal y como he mencionado en el recuadro sobre el vino tinto en la p. 224, los champiñones también han demostrado ser capaces de bloquear la enzima estrógeno sintetasa, al menos en una placa de Petri. Por lo tanto, los investigadores decidieron estudiar si había relación entre la ingesta de setas y el cáncer de mama. Compararon el consumo de setas de 1.000 pacientes de cáncer de mama con el de 1.000 mujeres sanas de edad, peso y hábitos de tabaquismo y ejercicio físico similares. Las mujeres cuyo consumo de setas promediaba aproximadamente tan sólo una seta y media al día tenían un 64 por ciento menos de probabilidades de desarrollar cáncer de mama que las que no comían setas en absoluto. Comer setas y tomar al menos el equivalente a media bolsita de té verde al día se asoció a una reducción de casi el 90 por ciento de desarrollar cáncer de mama. [1399]
Los oncólogos (los médicos especialistas en el tratamiento del cáncer) pueden estar muy orgullosos de todos los avances que han logrado. Gracias a las mejoras en el tratamiento del cáncer, los pacientes viven durante más tiempo y más sanos, tal y como editoriales de publicaciones sobre oncología han celebrado con títulos como «Supervivientes del cáncer: ¡10 millones y creciendo!». Sí, más de 10 millones de pacientes de cáncer siguen vivos hoy, con «quizás hasta un millón de personas más que se unen a esas filas cada año en Estados Unidos». [1400] Es un logro extraordinario, pero ¿no sería aún mejor si pudiéramos prevenir ese millón de casos?
En medicina, el diagnóstico de cáncer se considera un «momento de aprendizaje», en el que se puede motivar al paciente para que mejore su estilo de vida. [1401] Sin embargo, podría ser que, a esas alturas, ya sea demasiado tarde.
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Fuente: Capítulo 11 del libro Comer para no morir de Michael Greger.
