Salud Cerebral y Neurodegeneración: Prevención y Reversión

A continuación, se presenta un resumen completo de la ponencia del Dr. Arturo O'Byrne sobre anti-envejecimiento y longevidad saludable del cerebro, titulada "No jubiles a tu cerebro", organizada por la Escuela de Salud Integrativa y patrocinada por Laboratorios Equisalud.
La ponencia aborda la neurodegeneración como una epidemia mundial que afecta a la población a medida que envejece, manifestándose con alteraciones y déficit cognitivo incluso en edades tempranas. La medicina convencional ha considerado el deterioro cerebral como algo que no se puede prevenir, es intratable y progresivo, con resultados terapéuticos insatisfactorios para enfermedades como el Parkinson, Alzheimer y demencia senil, a pesar de numerosos ensayos clínicos fallidos y costosos para el Alzheimer.
Sin embargo, el Dr. O'Byrne enfatiza que los cambios que conducen a la neurodegeneración comienzan en la mediana edad (entre los 40, 50 o 60 años), con los síntomas clínicos apareciendo décadas después del inicio del problema. Esto subraya la importancia fundamental de la prevención, ya que cuando se diagnostica una enfermedad como el Alzheimer o el Parkinson, esta ya había comenzado décadas atrás. El trabajo del Profesor Dale Bredenson de la Universidad de California, que desde 2014 ha investigado la reversión del deterioro cognitivo, se menciona como un programa terapéutico basado en la conciencia de la prevención.
La investigación en neurociencia sugiere un delicado equilibrio molecular en el cerebro. El cerebro puede estar en un estado sinaptoblástico, donde se mantiene, regenera y estabiliza, o en un estado sinaptoclástico, donde ocurren alteraciones preocupantes. Esta diferencia depende fundamentalmente de cómo se corta la proteína precursora de amiloide (APP).
Si se corta correctamente (por α-secretasa), se forman SPα y CTFα, que son factores tróficos que permiten el mantenimiento sináptico. La baja concentración de beta-amiloide producida se metaboliza rápidamente. Esto conduce a espinas dendríticas intactas y un cerebro funcional (estado sinaptoblástico).
Si se corta incorrectamente, se derivan oligómeros solubles de beta-amiloide (APPβ, beta-amiloide, J caps, C31) que son claramente neurotóxicos, llevando a la pérdida de espinas dendríticas y al deterioro cerebral (estado sinaptoclástico).
Los factores potenciales o causales que llevan a la neurodegeneración son multifactoriales:
Inflamación crónica: Favorece las alteraciones cerebrales que conducen al deterioro. Puede ser causada por intestino permeable, síndrome metabólico, exceso de azúcar/carbohidratos, mala salud dental (gingivitis crónica).
Resistencia a la insulina: Claramente ligada a la inflamación. Se asocia con historia familiar de diabetes, adicción a azúcar y carbohidratos simples, y una dieta sugarólica. La insulina es un factor trófico fundamental para las neuronas, y en la neurodegeneración glicotóxica, se pierde la sensibilidad neural a la insulina.
Estados de subnutrición: Niveles subóptimos de nutrientes, hormonas y factores tróficos.
Patógenos específicos: Espiroquetas (Borrelia - Enfermedad de Lyme), virus (Herpes simple tipo 1, VIH), parásitos (Babesia), bacterias (Porphyromonas gingivalis, relacionada con salud bucal). La condición de la boca puede ser determinante.
Estados de inmunodepresión: Por infecciones persistentes o toxicidad.
Toxicidad: Exposición a metales pesados (mercurio, plomo, cadmio, arsénico, aluminio) y micotoxinas (moho negro).
Neurodegeneración glicotóxica: Glucosa e insulina altas en ayunas. El exceso de glucosa se adhiere a proteínas formando productos finales de glicación avanzada (AGEs), responsables de comorbilidades en pacientes diabéticos con degeneración nerviosa.
Neurodegeneración vascular: Asociada a la permeabilidad vascular, un cambio temprano que afecta el endotelio vascular y la producción de óxido nítrico.
Neurodegeneración traumática: Antecedentes de traumatismo craneal, ya sea fuerte (accidente) o repetitivo y leve (como en el boxeo, ejemplificado con Muhammad Ali).
El punto crítico se llama neuroinflamación: la respuesta inflamatoria dentro del cerebro o la médula espinal, asociada a inflamaciones crónicas. El factor nuclear kappa beta aumenta la producción de amiloide beta. La neuroinflamación es mediada por citoquinas, quimioquinas, especies reactivas de oxígeno, producidas por la glía residente (microglía, astrocitos), células endoteliales o células inmunes periféricas.
Es crucial entender que la inflamación no siempre es negativa. La inflamación breve y controlada puede ser benéfica (ej. señales inmunitarias post-infección, papel de IL-1 e IL-4 en aprendizaje y memoria, recuperación axonal post-lesión, preacondicionamiento inmunológico).
El problema surge cuando la inflamación se vuelve crónica, persistente, de bajo grado (metaflamación). La inflamación crónica no controlada, con mayor producción de citoquinas proinflamatorias (IL-1, TNFα), especies reactivas de oxígeno y otros mediadores, lleva a plasticidad neuronal reducida, deterioro cognitivo y enfermedades neurodegenerativas. Factores psicotóxicos como el estrés repetido también pueden causar inflamación transitoria que contribuye a ansiedad y depresión. El envejecimiento propio también se asocia con una respuesta inflamatoria crónica de bajo nivel.
La microglía es el foco central de la inmunidad innata en el SNC. Estas células inmunitarias residentes vigilan el microambiente cerebral. Su activación, especialmente si es amplificada, exagerada o crónica, cambia su fenotipo a proinflamatorio y contribuye a cambios patológicos, complicaciones neuroconductuales, depresión y déficits cognitivos. Las infecciones o lesiones estériles son desafíos para el SNC que requieren una respuesta inmune rápida. Residuos de información de patologías como infecciones (virales, bacterianas, fúngicas, parasitarias) pueden causar activación microglial prolongada, favoreciendo el estado neuroinflamatorio.
La neuroinflamación puede ser consecuencia de fenómenos inmunes, fisiológicos, bioquímicos o psicológicos. El grado de neuroinflamación depende del contexto, duración y tipo de estímulo. La intensidad y duración explican si las señales inmunitarias son de apoyo o destructivas para el SNC. La inflamación no siempre viene del cerebro; puede originarse en causas sistémicas como enfermedades cardiovasculares, intestinales (eje intestino-cerebro, permeabilidad intestinal anormal), metabólicas (síndrome metabólico, obesidad, diabetes), o cáncer.
La medicina ha intentado tratar la neurodegeneración sin conocer sus causas o contribuyentes, centrándose en medicamentos para controlar síntomas, lo cual no ha sido exitoso. Los medicamentos antiinflamatorios no resuelven la causa de la neuroinflamación.
La prevención es la respuesta actual. Se necesitan acciones orientadas a prevenir los factores iniciadores, superando el paradigma de "una droga, una enfermedad". Las enfermedades neurodegenerativas son multifactoriales e individuales en cada paciente, por lo que se requiere un tratamiento personalizado, no protocolos orientados a la enfermedad, sino al paciente.
El tratamiento personalizado implica:
Remoción de los factores que llevaron al proceso.
Resiliencia del paciente para tolerar mejor los factores de enfermedad.
Reconstrucción del sistema.
Las estrategias para optimizar la salud cerebral se basan fundamentalmente en el estilo de vida:
Cambiar el estatus de resistencia a la insulina: Fundamental. Eliminar azúcar y carbohidratos. Dieta antiglicotóxica. Entrar en cetosis (el cerebro funciona mejor con grasas benéficas que con carbohidratos). Seguir glicemia preprandial y hemoglobina glicosilada.
Cambiar el nivel de nutrientes y hormonas: Absolutamente clave hacer un perfil hormonal y valorar bioquímicamente nutrientes principales. Optimizar niveles de glucosa y oxígeno, especialmente de noche.
Cambiar el estatus inflamatorio: Eliminar la inflamación mínima persistente de bajo grado (metaflamación).
Evaluar y tratar patógenos crónicos.
Prevenir y desintoxicar toxinas: Evitar la exposición y favorecer la eliminación de metales pesados (plomo, mercurio, cadmio, arsénico, aluminio) y micotoxinas. Realizar quelación si es necesario. Evitar "dementógenos químicos" en aire, agua, alimentos, productos de higiene y limpieza. Buena higiene de barreras internas y externas. Considerar amalgamas dentales.
Optimizar el descanso y descartar apnea del sueño: Esencial dormir entre 7 y 8 horas de sueño reparador de calidad (higiene del sueño: sin ruido, luces, wifi, teléfonos cerca). El sueño es un estado intensificado para la eliminación de desechos cerebrales (sistema glifático, elimina amiloide). Dormir bien promueve salud metabólica, reduce inflamación, regula sistema inmunológico. La calidad del sueño es clave para la regeneración cerebral al actuar sobre el factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF).
Control y manejo del estrés: Crítico para prevenir/revertir el deterioro. El estrés crónico (exceso de cortisol) encoge el hipocampo y deteriora memoria/cognición. Practicar manejo diario del estrés (atención plena, meditación, variabilidad cardíaca, Tai Chi, Qigong, yoga). Estimular el nervio vago (respiración profunda). Desconectarse del exceso de tecnología.
Bienestar intestinal: Factor importante debido al eje intestino-cerebro. La permeabilidad intestinal anormal favorece la inflamación sistémica que repercute en el SNC. La manipulación de la microbiota es fundamental para la neuroprotección. Evaluar equilibrio Firmicutes/Bacteroidetes, patógenos, probióticos. Omega-3 ayuda a mejorar la microbiota y aumentar compuestos antiinflamatorios (ácidos grasos de cadena corta). Es clave pasar de disbiosis a eubiosis.
Optimizar la digestión: Evitar alergias y sensibilidades alimentarias. Dieta con alimentos integrales, >60% plantas, rica en nutrientes, vegetales sin almidón, grasas saludables, proteínas ricas en omega-3. Aumento de energía vía cetosis reduce inflamación, mejora desintoxicación y salud metabólica/vascular.
Dieta Ketoflex 123: Estilo de vida que incorpora ayuno diario mínimo de 12 horas y deja 3 horas entre la última comida y la hora de acostarse.
Hábitos al comer: Comer sin distracciones (televisor, computadora), estar relajado, masticar bien.
Reponer ácido gástrico: Muchos tienen hipoacidez (gastritis anácida), no exceso. Ayudar con vinagre de manzana en agua o suplementos de betaína hidrocloruro con pepsina.
Ayudas digestivas: Plantas (manzanilla, cardo mariano, diente de león, hidrastis, bardana, genciana), verduras amargas, especies (jengibre, canela, cardamomo), frutas con enzimas (limones, papaya verde, aguacate, mango verde, kiwi verde), suplementos (papaína, bromelina, extracto de regaliz desglicirado).
Atención a la defecación: Fundamental. Combinar fibra prebiótica con vegetales ricos en fibra. La fibra prebiótica es digerida por el microbioma mediante fermentación (sano), a diferencia de la putrefacción (tóxica).
Ejercicio físico: Impacto positivo específico en la salud cerebral. Aumenta flujo sanguíneo cerebral, factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF). Mejora oxigenación, sueño, estrés, IMC, sensibilidad a la insulina, fisiología cerebral. Aumenta sinaptogénesis, neurogénesis, neurotrofinas. Crucial para neuroplasticidad, función cognitiva, soporte neuronal. Aumenta volumen del hipocampo, plasticidad sináptica, disminuye atrofia relacionada con la edad. Promover actividad física en adultos.
Estimulación social y mental: Clave para neuroplasticidad, crear nuevas neuronas. Permanecer mentalmente activo. Escuchar música, bailar, aprender un instrumento, buscar pasatiempos. Crear vínculos (familia, tribu).
Encontrar un propósito de vida: Modifica la asociación entre cambios patológicos y cognición. Nunca es tarde para aprender.
Hay biomarcadores específicos en sangre para identificar cambios tempranos y guiar el tratamiento preventivo. Se mencionan: Proteína C reactiva (hs-CRP) para inflamación, glucosa en ayunas y hemoglobina glicosilada (HbA1c) para glicotoxicidad, HOMA-IR para resistencia a la insulina, homocisteína, y marcadores más específicos de neurodegeneración como PET-Tau (217, 181), neurofilamento, GFAP (proteína ácida fibrilar glial) y proporción Aβ 42/40.
El concepto de Resolómica (Prof. Charles Serhan) se introduce como el mecanismo endógeno que garantiza la resolución de la inflamación a través de mediadores lipídicos que el cuerpo fabrica si se aportan las grasas necesarias y un equilibrio correcto entre omega-3 y omega-6. El consumo elevado de aceites refinados (ácido linoleico) en la dieta moderna genera un desbalance Omega-3/Omega-6 extremo (hasta 18-20:1 vs 2:1 ideal), lo que convierte el omega-6 en proinflamatorio, manteniendo la inflamación constante.
En cuanto a la suplementación, el Dr. O'Byrne considera el Omega-3 como el suplemento más clave y crítico en estas enfermedades debido a su papel fundamental en la neuroinflamación y el desequilibrio de ácidos grasos esenciales. Se recomienda un consumo de 1 a 3 gramos al día cuando hay riesgo o camino hacia la neurodegeneración. Otros suplementos mencionados por su acción antiinflamatoria y sobre el beta-amiloide incluyen la Curcumina (hasta 1g/día), la Boswellia (300-500mg 1-2 veces/día) y la uña de gato (Uncaria tomentosa) que merma el beta-amiloide.
La ciencia creía que la pérdida de función cerebral era irreversible, pero hoy se sabe de la neuroplasticidad: el cerebro puede crear nuevas neuronas a lo largo de la vida (neurogénesis) y formar nuevas conexiones (sinaptogénesis) si se dan las condiciones correctas y se eliminan acciones de estilo de vida incorrectas. La estimulación social y mental es clave para esto.
En resumen, no hay razón para "jubilar" nuestro cerebro; todo está en nuestras manos. La importancia de entender la neurodegeneración como un proceso multicausal requiere un enfoque de medicina integral, basada en redes, con múltiples acciones terapéuticas (multimodo y multiobjetivo) para permitir que el sistema recupere su capacidad de autorregulación. La prevención a través del estilo de vida es fundamental.
En la sección de preguntas y respuestas:
Se abordó la relación entre neuroinflamación e histaminosis, señalando que las enfermedades alérgicas son de base inflamatorias y que ciertos alimentos aumentan los niveles de histamina, lo cual podría empeorar el riesgo neuroinflamatorio.
Sobre la vitalidad intestinal en la edad anciana, se afirmó que es posible mantener un intestino sano cuidándose, ya que los tejidos, incluida la mucosa intestinal, tienen una gran capacidad de autorregeneración y remodelación rápida (turnover en 48-72 horas para la matriz extracelular). La remodelación hacia la salud o la enfermedad depende del estilo de vida. Se mencionó el enfoque de la medicina del estilo de vida (Lifestyle Medicine).
Respecto a los suplementos, se reiteró que, aunque los hábitos son lo más importante, el omega-3 es el suplemento más clave y crítico por su papel en la neuroinflamación y la corrección del desequilibrio omega-3/omega-6 generalizado. Se mencionó brevemente la pregunta sobre la creatina, pero se priorizó la respuesta sobre el omega-3.
Basándose en la información proporcionada en las fuentes, se mencionan varias recomendaciones de suplementación en el contexto del antiaging y la salud cerebral, aunque se destaca que la prevención a través del estilo de vida es fundamental. La suplementación se presenta como una herramienta para optimizar la salud cerebral y abordar factores etiopatogénicos individuales, especialmente cuando hay niveles subóptimos de nutrientes.
Aquí un resumen de la suplementación mencionada:
Omega-3: Se considera el suplemento más clave y crítico en estas enfermedades. Es fundamental para el equilibrio de los ácidos grasos esenciales, ya que un desbalance entre omega-3 y omega-6, muy común debido al consumo excesivo de aceites refinados, favorece la inflamación persistente. El omega-3 es un punto clave para la neuroinflamación. La suplementación con omega-3, entre 1 y 3 gramos al día, se menciona como importante en el camino hacia la neurodegeneración. También ayudan en la manipulación del microbiota y aumentan la producción de compuestos antiinflamatorios como los ácidos grasos de cadena corta. Interactúan con la microbiota intestinal e inmunidad para mantener la integridad de la pared intestinal.
Curcumina: Se menciona su uso en niveles hasta de 1 gramo al día para un cerebro inflamado.
Boswellia: La resina de Boswellia (utilizada históricamente en incienso) contiene componentes que ayudan a inhibir enzimas proinflamatorias. Se recomienda en dosis de 300 a 500 mg por lo menos una o dos veces al día.
Uña de gato (Uncaria tomentosa): Se ha demostrado en estudios que ayuda a disminuir el beta-amiloide.
Probióticos: Se indican como fundamentales para que el cerebro funcione de manera adecuada y correcta, especialmente cuando los exámenes genéticos de microbiota muestran desequilibrios.
Fibra prebiótica: Combinarla con alimentos vegetales ricos en fibra y alimentos prebióticos es fundamental para la salud intestinal. El microbioma intestinal la digiere por fermentación, lo cual es característico de un intestino sano, a diferencia de la putrefacción que genera sustancias tóxicas. Mantener un intestino sano es clave debido a la conexión bidireccional entre el intestino y el cerebro.
Suplementos para optimizar la digestión:
Betaína hidrocloride con pepsina: Se sugiere para reponer el ácido gástrico en casos de hipoacidez, lo cual es un problema común. La dosis mencionada es de 500 o 600 mg por comida, con comidas que contengan al menos 15 a 20 gramos de proteína.
Papaína
Bromelina
Extracto de regalis desglicirado
Estas enzimas y extractos pueden ayudar a mejorar la función digestiva.
También se menciona la importancia de la valoración bioquímica para identificar niveles subóptimos de nutrientes y el uso de biomarcadores específicos para los nutrientes necesarios que optimizan la salud del cerebro.
En cuanto a la creatina, se menciona en una pregunta de la audiencia sobre sus posibles beneficios cognitivos, pero la respuesta del doctor prioriza la importancia del omega-3 y no amplía sobre los beneficios específicos de la creatina.
Fuente: Ponencia del Dr. Arturo O'Byrne.
